VIEJOS RECUERDOS
Por Felipe González Concepción (el poeta sagüero del destierro)
"En mi pueblo hay dos lomas
por Mogotes conocidos,
y aquellos tiempos ya idos
por mis recuerdos se asoman.
Era el feudo de Pesquera
que visité en mi ninez,
hoy que estoy en la vejez
los evoco como eran.
Tintín los ha revivido
en nuestro Undoso querido,
con sus relatos brillantes.
Yo los leo y mi anoranza,
se remonta en lontananza
a nuestra Sagua de antes.
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Miguel T. Tolon (Autor) New York, 1851
A MI MADRE
I
"Ven otra vez a mis brazos..." me dices con tierno anhelo: " dale a mi alma este consuelo, ¡que la tengo
hecha pedazos!
Muévante las ansias mías, mi gemir y mi llorar, y consuelo venme a dar, hijo, en mis últimos
días;
Porque es terrible aflicción pensar que en mi hora postrera no pueda verte siquiera y echarte mi bendición!"
-Ay
triste! y con qué agonía, y con qué dolor tan hondo, a tu súplica respondo que no puedo, madre mía!
Que no
puedo, que no quiero, porque, entre deber y amor, me enseñaste que el honor ha de ser siempre primero;
Y yo
sé que mal cayera tu bendición sobre mí si al decirte "Veeme aquí" sin honor te lo dijera.
II
Pisar mi cubano suelo, y oír susurrar sus brisas que son ecos de las risas de los ángeles del cielo;
Alredor
de la ciudad ver los grupos de palmares cual falanges militares de la patria Libertad,
Ver desde la loma el
río, sierpe de plata en el valle, y entrar por la alegre calle donde estaba el hogar mío;
Pasar el umbral,
y luego... no encuentro frase que cuadre... echarme en tus brazos, madre, loco de placer y ciego!
Volver a
tus brazos ... ay! para pintar gozo tanto ¡ni pincel, ni arpa, ni canto, ni nada pienso que hay!
Porque hasta
en mis sueños siento tan inmenso ese placer que al fin me llega a poner el corazón en tormento;
Y si expresanelo
a ti fuerza fuera, madre mía, solamente Dios podría decir lo que pasa en mí.
III
Pero, ¡ay madre! que apenas oiga tu voz que bendice oiré otra voz que maldice ¡la voz de Cuba en cadenas!
Dolorosa
voz de trueno que gritará sin cesar: "Cobarde, ven a brindar con la sangre de mi seno!"
Y al ir a estrechar
la mano el hombre que en otro día me respetaba y oía como patriota y hermano,
Sentiré aquel tacto frío de
la suya, que me dice que su corazón maldice la debilidad del mío;
Y cualquier dedo, el más vil, contra mi
alzarse podrá y con razón me dirá: "¡Bienvenido a tu redil!"
Al verme en vergüenza tanta, pobre apóstata cubano, querrá
el soberbio tirano que vaya a besar su planta;
Y ¿qué le responderé cuando insolente me llame? Menester será
que exclame "¡Pequé, mi Señor, pequé!"
Y dirá el vulgo grosero, con carcajada insultante, al pasar yo por
delante: "¡Ahí va un ex-filibustero!"
Y habré de bajar la frente sin poderle replicar, porque tendré que tragar su
sarcasmo humildemente.
Esto no lo quieres, no: lo sé bien, no lo querrías, y tú misma me odiarías a ser tan
menguado yo.
Mas pronto lucirá el sol de mi Cuba, independiente, hundiéndose oscuramente el despotismo español;
Y
apenas raye ese día con amor y honor iré; y "¡Aquí estoy ya!", te diré; ¡Bendíceme, madre mía!"
RUEGO POR DIOS (Por: guajirito40)
Vuelve a la ausencia de dios mi airado agnosticismo, mi fusil a flor de piel, los
mil aldabonazos contra el cielo. Pero no basta que vuelvan los ángeles con un beso de dios el día en que el dorsal
se acuesta a lamentarse. Pido a los hombres que te perdonen, que tu culpa es no saber que sufrimos, que como Adán
ignoró el bien y el mal en tu paraíso de nubes ignoras mi latir. Estos quejidos al pie del árbol tienen siglos en tu
ausencia. Estas dormido mío dios, y no basta llamar con esta rabia. El corazón de un siervo no alcanza al cielo cuando
grita. Si es callado tu reino, si es sordo tu reino y nos das toda la gloria después, perdonadnos la ignorancia, nuestra
ley, nuestro ojo, nuestra espada presta que a flor de credo nos devuelve otras caídas del ser con tu niña en el metal. Perdonadnos
por nuestras culpas. ¿Qué existir en la luz que a semejanza nos hizo?. ¿Qué son entonces éstas siluetas de sombra donde
vamos?. Te perdono dios por no entenderte, por estos arabescos que a flor de tierra nos vuelven polvo. Te perdono
mi dios, si duermes, si has muerto, si no escuchas...
CONVERSACION CON UN HERMANO
Por: Carmen Luisa Pinto
Oye hermano, tú me conoces.
Yo te conozco. Aunque estemos lejos ahora, tú y yo sabemos que hasta hace
muy poco tiempo, yo estaba donde estás ahora. Se todo lo que te preocupa, desde la hondonada de tu calle convertida en lago
de albañales, hasta los lumínicos colgantes de siglas extranjera que hieren tu sensibilidad y la mía, no por xenofóbicos,
ni antimercantilistas, sino por humanos y concretos.
También se lo que te hastía, lo sentí
como tú hasta el agobio, las letanías interminables de las consignas, el cacareo repulsivo de las aves de corral devenidos
en papagayos mustios y para hacernos justos de algún modo, hay que admitir, tras
el soberbio maquillaje para el tiro de cámara, agotados ellos mismos del mismo corral con gradas altas, donde acomodan su
modorra.
La
mala réplica criollo-castrista de los Caballeros de la Mesa Redonda menos caballeros y mucho menos esférica entra de
tarde en tarde en episodios lunáticos con referencia única en temas de moda. Lo vivimos con Eleían, pobre inocente en feria de pasiones y después por orden del Supremo, continuaron en pie de lucha legendaria
contra molinos, no de vientos, sino de cáscara hueca. Venezuela ha subido al estrado para ocupar el puesto que le corresponde,
no te muelas el seso, no lo rebanes, que tú y yo sabemos el trasfondo y las apariencias.
Petróleo es lo básicamente
cognoscible, pero Venezuela es más, mucho más que eso, es frontera de narcotráfico fácil, de alimentación de subversión y guerrilla, es lavado y conversión, es puente de delincuencia internacional y desvergüenza
ciudadana. ¡Pobres venezolanos! Chávez es la mala copia
del ocaso de un Comandante, aún más burda, más soez, en su innata estupidez, mononeuronal y chabacana, se ha dejado proteger
por el maléfico. Tú y yo también sabemos que sus protecciones dan al traste con el protegido, así como la llama de la vela
da al traste con la tonta mariposa que en busca de luz se acerca encandilada. Lo sabemos tú, yo, Allende, Noriega, Bishop, Ben Bella, en fin los de afuera,
para no hablar de los de adentro, esos que después de disminuirle el nombre en un chiqueo posesional, despedaza en el ruedo
de los condenados en cornada de hipotética expiación partidista.
Siento por los venezolanos el fuerte
sentimiento de afecto que se crea entre los consortes de causa inmerecida, el profundo amor que brota en los hermanos mayores
por los más pequeños con padres abusivos y viciosos. Como tú y yo, ellos van comenzando a cargar el peso de una historia que
queda detenida entre la inmovilidad y la locura. Venezuela entra caminando de espaldas en el futuro del mundo, tal cual lo
hicimos nosotros, Chávez es el títere de turno del frustrado Napoleón con disfraz de apocalíptico Mesías.
Me consuela y eso tú y yo también
lo sabemos, que ha de quedarnos poco, a ellos y a nosotros, a ellos porque vieron las barbas de sus vecinos arder y tienen
las suyas en remojo
a
tiempo. A nosotros, porque a pesar de todo y de tanto, llega un momento que el
músculo bajo el yugo se consume de tal modo que el miembro sale del garrote. Y nos estamos saliendo Compadre, nos hicieron
plastilina y apretaron el puño, si te fijas, verás que la moldeable masa resistiendo en grupo, comienza a desbordarse por
entre los nudillos de la mano.
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